LAS PRIMERAS BIBLIOTECAS
PÚBLICAS DEL SIGLO XX
|
Manuel
Ruiz
Zorrilla, ministro
de
Fomento,
impulsor
del
decreto
de
bibliotecas
populares
de
1869 |
Habrá
que
esperar
a la
segunda
década
del
siglo
XX
para
un nuevo
impulso
de
creación
de bibliotecas públicas,
gracias
a la legislación
promovida
entre
1911 y
1915.
El
proyecto
pionero
es
el
de la
Red
de
Bibliotecas
Públicas
de Cataluña,
que
comienza
a funcionar en
1915
con
personal
de la
recién
creada
Escuela
de
Bibliotecarias.
Cuenta
como cabecera
del
sistema
con
la
Biblioteca
de Cataluña
-abierta
en
1907-
propiciada
por la Mancomunidad
que
ya
gozaba
de
cierta
autonomía.
En 1925,
esa
red
tenía ocho
bibliotecas.
Mención
especial
cabe
hacer
del
movimiento
bibliotecario
asturiano,
terreno
abonado
por Melquiades
Álvarez,
fundador
del
Partido
Reformista
-en
1913- y
por
los
ateneos
obreros. Poco
antes
de
iniciarse
la
guerra
civil
había
79
ateneos
en
Asturias,
con
sus correspondientes
bibliotecas,
la más
importante
la
Biblioteca
Circulante
del
Ateneo
Obrero
de
Gijón
que
se
había
constituido
en
1904
y funcionaba
con
una
pequeña
cuota
de sus socios. Con
impulso
de la
Residencia
de
Estudiantes
y
con
apoyo
de mecenas
indianos,
a partir
de 1917
se
crearon
bibliotecas
populares
en
Cangas
de Onís,
Avilés, Luarca,
Mieres,
Llanes,
Sama
de
Langreo
y muchas
más (García Ejarque
2000, 173).
En
Madrid,
la
primera
biblioteca
popular
se
inauguró
en
1915
en
Chamberí.
Ese mismo
año
se
abrió
la
de
la
Inclusa
en
la
Ronda de
Toledo y
en
los
años
siguientes
las
de
Buenavista,
Hospicio,
La Latina
y Gran
Vía.