LA ORGANIZACIONES AFINES

El SRI organiza su primer Comité en Vallecas en el año 32; el día 4 de diciembre convoca una asamblea para su constitución y legalización de estatutos. Podemos considerarla como la organización de masas en que más volcados estaban los comunistas vallecanos, ya que el carácter asistencial de la institución les abría más caminos para estar y desarrollar un trabajo con la masa popular. De cualquier modo, se impartían cursos de capacitación para afiliados y preparación de cuadros, que dirigidos desde Madrid, ilustraban lo que era, y cómo debía hacerse, un trabajo social.

Este primer Comité se renueva en mayo del 34, y deja organizados varios grupos de trabajos, cuatro, señalando su balance de gestión la perspectiva de aumentar en tres más. Al igual que las demás organizaciones de izquierdas, la represión gubernativa tras la huelga de octubre merma el avance de la organización, que tiene que esperar al cambio de gobierno, en febrero del 36, para actuar con libertad.

A partir de este momento, el despegue de SRI en Vallecas es importante: se crea un Comarcal compuesto por las siguientes secciones: Norte-Carlota, Centro y Sur, Erillas-Picazo y Pueblo de Vallecas, que, a su vez, componen diferentes grupos para un trabajo más específico; durante algún tiempo grupos formados en Pacífico pertenecen a este Comarcal.

Para el Congreso de Solidaridad celebrado en verano de 1937, la Comarcal de Vallecas contaba ya con 3.148 asociados y, según opinión del Responsable de Organización del Provincial de Madrid, José Fortes, está entre las que han alcanzado un mayor nivel de organización y funcionamiento. Sus objetivos, en ese momento, los explicaba su Secretario General: (...) El SRI es una organización cuya línea política debe ser la que siente todo antifascista, todo enemigo de las crueldades, atropellos y persecuciones del capitalismo. Es una política que se ciñe estrictamente a combatir esto. Y para esta lucha abre sus brazos fraternales a cuantos quieran formar en sus filas, sean las que sean sus ideas políticas o sindicales. Nada más, absolutamente nada más; es decir, con la esencial condición de ser probadamente antifascista, enemigo de toda tiranía12 (...). El SRI siempre tuvo vocación de instrumento para las masas, de la que ellas forman parte, en estas fechas con un objetivo común para los leales, la derrota del fascismo en España.

Dos actuaciones significativas del SRI en Vallecas durante el periodo bélico: la escuela y el dispensario.

En el mes de abril del año 37 ya estaba funcionando un consultorio para civiles (el dispensario nº 6 del SRI en Madrid), en la calle Salvador Salvochea, 8 bajo, con un grupo sanitario formado por un responsable, tres enfermeras y un ordenanza. Este centro se mantiene abierto durante toda la contienda, incrementándosele paulatinamente los recursos humanos y materiales. En la nómina de trabajadores del 1 de marzo de 1939, consta que en esa fecha el dispensario disponía de tres médicos, dos practicantes, dos enfermeras y un encargado de la limpieza.



La escuela para niños fue inaugurada por el alcalde, Amos Acero, y el inspector de primera enseñanza, Sr. Carpintero, el día 1 de octubre de ese mismo año. Estaba situada en el edificio de la propia sede del Comarcal, el llamado antiguo cuartel del Sargento Vázquez, en la avenida de la República 62. A partir de esta fecha, se fueron sumando aulas que incluso llegaron a impartir clases de alfabetización para adultos y de disponer de una escuela de labores. Esta actividad educativa, como la anterior, cesó con el término de la guerra y la ilegalización de partidos y organizaciones frentepopulistas. Este dato lo corrobora las diversas solicitudes del SRI ante la Junta local de Defensa Pasiva de Vallecas, la primera recogida en el acta del 7 de junio del 38, con el fin de que se construyera un refugio para los alumnos en el mismo centro de estudios. Fueron profesores en estas escuelas, Francisca Muñoz Saavedra, Cástor Saiz, María Romero Méndez, Andrés Manzano, Julia Rubio y Aníbal Fonseca.

También eran importantes las campañas de invierno, en las que se organizaban rifas, se hacían festivales y otras actividades, como las cenas de soldados en los días de Navidad, con vistas a recaudar dinero y material para los combatientes y sus familias. Estas campañas, en las que participaban todas las organizaciones sociales y políticas – el Ayuntamiento de Vallecas aportaba dinero en metálico -, tenían carácter general para toda la España leal. Fue importante, por sonada, la campaña de 1938, que se cerró con un gran festival en el cine Goya de Vallecas.

Los Amigos de la Unión Soviética era una organización de carácter cultural que, creada por la Internacional Comunista, tenía como finalidad la promoción de la cultura, la política, las tradiciones de un país surgido de una revolución popular: La Unión Soviética, que en esos momentos estaba en vías de desarrollo y que era, para muchos, el referente como país del proletariado. A España vino de la mano del PC en el año 1933 y siempre fue una asociación pequeña, pero auspiciada por artistas e intelectuales como Valle Inclán, Raúl J. Sender, Antonio Machado o Isidoro Acebedo que, con su apoyo, aglutinaban simpatizantes para la revolución de Octubre.

La actividad de AUS en Vallecas, comienza a documentarse en el año 1936 en una convocatoria para renovar la junta directiva de la sección vallecana. Su domicilio se ubicaba en la calle Emilio Raboso. De esta reunión surgió una serie de actividades que desde esta sección se llevarían hasta Pacífico y la Villa de Vallecas, algunas en colaboración con AMA; de estas actividades, la del Puente de Vallecas se celebró en la Casa del Pueblo.

AUS organiza en Vallecas dos homenajes a la Unión Soviética con motivo del 20 y 21 aniversario de su constitución, a la que están invitadas todas las fuerzas políticas y sociales del municipio (...) Un pueblo como el nuestro, que sabe luchar hasta la muerte por las libertades de la humanidad, sabe apreciar con todo su valor la ayuda que para esta lucha le dan otros pueblos hermanos. Entendiéndolo así, la Comisión Popular organizadora del homenaje a la Unión Soviética con que el pueblo de Vallecas se dispone a conmemorar el XX aniversario de aquellas repúblicas hermanas, deseando dar a esta conmemoración la magnificencia que corresponde al reconocimiento latente en el corazón de todo ciudadano español antifascista, requieren el concurso directo y entusiasta de todo el pueblo que patentice de una manera categórica su gratitud, adhesión y simpatías populares13.

Además se organizaban todo tipo de festivales y proyecciones de películas para promocionar el país de los soviets. En uno de estos festivales, una familia muy vinculada a Vallecas, los cómicos Pompof y Teddy, pidieron pertenecer a la Asociación.

La actividad de AUS de Vallecas también acaba con el fin de la Guerra; todavía en Enero publicaba una nota en prensa indicando el lugar donde sus afiliados podían ir a renovar su carné de socios.

Mujeres Antifascistas surgió de un congreso mundial de mujeres contra la guerra y el fascismo que se celebró en París en Agosto del año 1934 al que asistió una delegación de mujeres españolas. Días después, en el cine Barceló de Madrid se celebró la reunión fundacional del movimiento de Mujeres Antifascistas de España con Catalina Salmerón como Presidenta del mismo. Sus objetivos eran el de fomentar iniciativas de alfabetización entre las mujeres y movilizarlas en actividades sociales de todo tipo, preferentemente en el mundo laboral.

Durante el conocido como Bienio Negro del Gobierno de la CEDA , se reconstituyó como Pro infancia Obrera, y se mantuvo así hasta que el Frente Popular gana las elecciones de 1936. En esta coyuntura es cuando se organiza la Asociación en Vallecas.

En Abril de 1936 están ya denunciando los delitos que cometen pistoleros fascistas en esa barriada. Tienen un domicilio social en las dependencias de la Iglesia de San Ramón, Melquiades Biencinto. Pero es, una vez iniciada la guerra, cuando su proyección entre las mujeres es más importante: Es preciso – todas lo sentimos- la victoria rápida, que todos los hombres útiles vayan al Frente; nosotras, las mujeres antifascistas, aseguraremos que los puestos de la retaguardia estarán cubiertos14 (...) señalaba el manifiesto de AMA sobre el trabajo de la mujer tras el inicio de la Guerra. Dicho y hecho; los acontecimientos apremiaban y era necesario organizar un nuevo Comité que cumpliera con los objetivos planteados, y el día 7 de octubre, mujeres socialistas, comunistas, independientes, incluso de la CNT, escuchaban las explicaciones de la Secretaria General del Comité Nacional, Encarnación Fuyola: (...) Estamos en guerra y todas nuestras actividades deben servir para la guerra. Aún cuando estemos en una cola, podemos ayudar a la victoria luchando contra los bulos. Impidiendo que la provocación de nuestros enemigos pueda desanimar a nuestras mujeres. No hay que tener miedo ninguno a lo que pueda ocurrir. Si el enemigo hace grandes esfuerzos para abrirse paso en Madrid, los nuestros han de ser mayores para cerrárselo15. Inmediatamente después, comienza a funcionar un taller de confección de calzoncillos y cazadoras para los combatientes, pero que debido a la necesidad de material, se especializó en la confección de estas últimas.

Hay Guerra. La Guerra más cruel. Nosotras, en nuestro Frente debemos cumplir como nuestros hombres: Con valor, energía, inteligencia y espíritu de sacrificio16. Esto escribía María Martínez, una obrera de Vallecas, en la revista Mujeres del mes de octubre de 1936.

 

4.- A modo de epílogo. El PCE y la cultura.

La historia del PCE está trufada de encuentros y desencuentros con el mundo de la cultura, en mayúsculas. Lejos de intentar valorar esta afirmación, bien es cierto que importantes artistas e intelectuales se han acercado, en un momento de su vida artística, privada, social o de compromiso, a este Partido, a veces en una relación amor-odio que algunos mantienen viva en la actualidad. Pero de justicia es dejar al menos señalada la aventura cultural del Partido con los protagonistas de la misma.
Esta relación del PCE con los artífices de la Cultura española tiene, en lo que compete a Vallecas, dos elementos que nos parecen acertados rescatar: una organización, Altavoz del Frente, y un estilo plástico, el emanado de la conocida como la Escuela de Vallecas, que entendemos no podemos acabar este trabajo sin hacer mención.
Altavoz del Frente fue una organización dependiente de la Comisión de Agitación y Propaganda del PCE creada, nada más iniciarse la guerra, para llevar, a los milicianos primero y luego a los soldados del Ejercito Popular, actividades culturales y de divulgación, en un aparato de propaganda con gran desarrollo durante la contienda y que se iba ligando a la función de las Milicias de la Cultura y al cuerpo de Comisarios de la Cultura. En ocasiones, sobre todo en los primeros meses, también sirvió para llevar a las trincheras otro tipo de material, como víveres, ropas, etc. Pero también se ocupaba de ofrecer a la población de la retaguardia estos mismos servicios culturales: exposiciones, distribución de películas, publicaciones, teatro... Su sede estuvo en Alcalá 62, y en Vallecas desarrolló, al menos durante los últimos meses del 36 y primeros del 37, una labor cinematográfica importante de concienciación política: en el cine Goya, al mismo tiempo que los vallecanos podían ver a Boris Karloff en La novia de Frankenstein (1935) o al atleta Bruce Bennett en Las nuevas aventuras de Tarzán (1935) se exhibían películas soviéticas como Tchapaief (1934), La patria os llama (1935), Tres amigas (1935) o Los Marinos de Cronstand (1936), con la nítida intención de que la población viera, y asumiera, la guerra de España como la lucha por la liberación del pueblo, comparándolo con los acontecimientos de la revolución rusa del 17, con sus consecuencias, la entrega y heroicidad de sus protagonistas, que se narran en estos films.

La Escuela de Vallecas ya tenía un recorrido importante como referente artístico contrapuesto al gusto imperante, con sus contenidos estéticos asumidos por los miembros de este colectivo creador, publicados y conocidos por todos los demás artistas del momento -a partir de una de las revistas señeras del mundo de las artes, llamada precisamente así, Arte-, cuando Miguel Hernández, conoció al pintor Benjamín Palencia en el otoño de 1934.
Había ya pasado tiempo desde aquel año de 1928 cuando Palencia y su colega, el escultor Alberto Sánchez, comenzaron a unir experiencias, reflexiones, planteamientos estéticos y concepciones plásticas, germen del manifiesto del grupo vallecano. Su propuesta artística ya se hacía notar en los círculos culturales de la capital durante los años treinta.
Pero no fue el pintor quien más atrajo la atención del joven poeta de Orihuela, a pesar de la promesa, no consumada, de ilustrarle El silbo vulnerado, poemario que Hernández llevaba bajo el brazo para su publicación en esos momentos. Fueron la pintora Maruja Mallo y, sobre todo, Alberto Sánchez, con los que mantuvo una relación más profunda. Con la primera ya no se oculta que hubo una relación sentimental añadida a la artística y con el segundo además compartió compromiso político –ambos fueron militantes comunistas- y vivencias amargas como milicianos ambos del 5º Regimiento. Por cierto, que la práctica totalidad de la actividad de Hernández durante del guerra, desde los primeros meses del 37 hasta el final, la desarrolló en su responsabilidad con Altavoz del Frente.
Escriben los entendidos en la obra del poeta que el contacto con la estética de la Escuela de Vallecas fue decisivo para la afirmación de su personalidad literaria; que incluso en el título de su siguiente obra, El rayo que no cesa, se aprecia la consecuencia de aquello.
Y cuentan sus biógrafos que fueron muchos los paseos, con charlas incluidas, de ambos artistas por los campos vallecanos. Una manera de formarse que Miguel Hernández agradeció a su amigo, al que dedicó una prosa poética titulada Alberto, el vehemente y publicada en 1935, año en el que la relación con el grupo es más continuada, intensa y fiel, aunque jamás desaparecería del todo.
El paso de Miguel Hernández a las filas del PC no hay que buscarlo tanto en su amistad con Sánchez, aunque influiría, como es de suponer, al haber entre ambos una relación tan cercana y estrecha; si no que más bien hay que encontrarla en la Alianza de Intelectuales, de la que era miembro activo y en la que Alberti y María Teresa León, ambos militantes reconocidos, tenían un peso fundamental.