Sobre Benjamín Palencia

Hay que tener en cuenta las circunstancias en que se desarrolló la vida en España durante los primeros años de posguerra. La penuria era absoluta. Unas condiciones duras, forzadas por la falta de alimentos y de casi todo aquello que hasta entonces se había considerado necesario, e impuestas algunas de ellas por los vencedores, que secaron - esta puede ser una palabra apropiada - la vida cultural.

Recordemos lo que ocurrió con la mayor parte de los amigos de Benjamín, protagonistas de la extraordinaria, apasionante aventura vanguardista de preguerra. Federico, asesinado; Alberti, Alberto, Bergamín, y tantos otros, exiliados. Durante algún tiempo, incluso Benjamín permanecerá aislado de los que sobrevivieron y permanecieron en España.

Palencia se volcó en el paisaje: en la tierra, áspera pero fiel. A su modo trata de recuperar el hilo perdido con la guerra. Irá a Vallecas a pintar el campo, los niños y labriegos. Recordará con nostalgia los paseos con Alberto, las bromas y la alegría de Maruja Mallo, Alberti, Federico.

Esta desolación se lee en sus dibujos y acuarelas de aquellos primeros años. No es sólo la pobreza de las gentes del campo, sino también la frustración de la derrota que alcanzó a todos - es decir...-.

Sobre esta nostalgia y esta necesidad, ahora más fuerte que nunca, del contacto físico con la tierra nacerá la Escuela de Vallecas.

Pero de momento lo que más nos interesa es el origen de la nueva Escuela de Vallecas, tema que algunos han llegado a mitificar y sobre el cual poca información existía.

El núcleo de la Escuela de Vallecas lo formarán básicamente con Palencia, los entonces jovencísimos Alvaro Delgado. Gregorio del Olmo, Enrique Nuñez Castelo, San José y Carlos Pascual de Lara.

Álvaro Delgado conoce a Palencia a través del escultor Aventín, y poco después lo encuentra de nuevo frente al San Mauricio de El greco, en el Museo del Prado. Una tarde quedan todos citados y salen de excursión a Vallecas.

La fama de Palencia y lo que sabían había significado en el arte de preguerra, así como sus relaciones y las cosas que les cuenta, deslumbra a aquellos muchachos que van para artistas. No podemos extendernos aquí en las peripecias del grupo por tierras de Vallecas, la búsqueda y amueblamiento del estudio, la falta de elementos para pintar. Surgieron problemas, diferencias de carácter, enfrentamientos. Es cuestión en que no deseo entrar. El hecho es que, a mediados de 1492, el grupo se ve reducido al propio Benjamín y el discípulo que le permanecerá fiel: San José.

Aparte de pintar y dibujar, en la medida en que podían hacerlo, el grupo compartía unas horas de conversación en que Palencia «les hablaba horas enteras de qué es el arte cómo se hace, de la naturaleza, de las academias, de cómo enseñan, cómo nos enseñan». Salían dos o tres días por semana. Tomaban el metro hasta el Puente de Vallecas, «que les costaba 15 céntimos», y luego se pasaban «casi todo el día sin comer, en el campo». «Y yo les digo: yo os enseñaré a dibujar. Vamos a formar una academia libre. Pero tiene que ser al aire libre. No metidos en ningún sitio, porque nosotros no tenemos nada más que el cielo y la tierra. De modo que todo tiene que ser en el campo. Y entonces nos sentábamos en lugares determinados, que yo iba buscando, interesantes, y venían niños, muchachos, a ver cómo dibujábamos. Y entonces los tuvimos de modelos. Y los dibujábamos en las calles, en los pórticos de las iglesias, en los corrales. Y como los pintores jóvenes estos tuvieron tanto interés - prosigue - pues entonces alquilamos una casa. Era un local grande, de un herrero, que sentía gran simpatía por todos nosotros. Entonces lo arreglamos, lo arreglo, y se hizo la academia. Y yo llevo cosas de mi casa, con cosas abstractas de antes de la guerra. Les hablaba de Leonardo, de Miguel Angel y de Rafael de Urbino. Les leía cosas de la Divina Comedia. Y les enseñaba revistas. Y yo les hablaba de la importancia litúrgica del arte, de la geometría.»

 

Del libro de José Corredor Matheos «Vida y obra de B. Palencia»,
Espasa Calpe, Madrid, 1979.



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