PALOMERAS: UN BARRIO OBRERO DE MADRID DURANTE EL FRANQUISMO Marginación frente al mito del "desarrollo".
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Han colaborado: Francisca Bernalte, Manuel Cañameras, Alejandro Licitra, Oscar Monterrubio, Amparo Pacheco, Maria Teresa Nava. Luís Grandy, Gema Iglesias, Izumi Kanzaki, Mercedes Pardo, Francisco Sánchez y María Luisa Sierra. |
Mito
e Mito e historia. ¿Conceptos contrapuestos o complementarios? ¿Fábula
versus conocimiento científico? Sin abandonar la fábula, sino
enraizándose en ella, la historiografía del Poder "mitifica"
acontecimientos y personajes, a los que presenta como modelos y arquetipos
de una sociedad y de un pueblo.
A través de los mitos, el Poder de clase, personal, institucional - intenta perpetuar su dominación deformando la realidad histórica, porque construye un "repertorio" ideológico al margen de las estructuras económicas y de sus contradicciones, y por lo tanto, de la dialéctica de la lucha de clases. Los mitos son elementos conservadores del orden establecido y un mecanismo que encubre la realidad social y la conciencia histórica de las capas populares. Todavía más, los mitos intentan convencer al pueblo de que ser fiel a su "historia", en la medida en que reproduzca el mito y deseche cuanto se opone a él. El mito es, por tanto, un factor distorsionador de la historia concebida como la ciencia que analiza la evolución dinámica de las sociedades y, con palabras de Pierre Vilar, de esa historia que es "la ciencia del todo social y no de tal o tal parte, ciencia del fondo de los problemas y no de sus formas, ciencia del tiempo y no del instante o de la sola actualidad". Nuestro trabajo se centra en un objeto concreto de conocimiento científico: un barrio obrero de Madrid durante el franquismo. A partir de su análisis queremos contraponer a la historia franquista, basada en un doble mito del poder, personal y de clase, una historia en la que aparecen las capas populares como sujeto activo de ella. Una historia en la que, frente al mito de un doble desarrollo, económico y urbanístico "monumental", se resalta otro aspecto de la realidad histórica: la formación de este barrio (y con él muchos otros) en situación de marginalidad y explotación económica y cultural. La investigación está centrada en los años 1950-1975. 1950 señala el final de la autarquía y el inicio del proceso de liberalización económica y política, cuyo acto fundamental fueron los pactos comerciales y militares con USA, y por ello, el alineamiento de España en el mundo occidental y capitalista. Sigue el crecimiento de los años sesenta y setenta, hasta el inicio de la crisis de 1970, que coincide con el final del Estado franquista, por la muerte del dictador, en 1975. El estudio se realiza en Madrid, capital de un Estado dictatorial, centro político, administrativo y económico que, en estos años ve crecer el sector servicios e inicia lentamente un proceso de industrialización. Son los años en los que el Madrid franquista junto a un desarrollo urbanístico "monumental'1 verá emerger numerosos "barrios obreros". Nuestro barrio es PALOMERAS, situado en el SE de la capital; nace como "suburbio" marginal de Vallecas, importante núcleo urbano obrero desde los años veinte y treinta, que se anexiona a Madrid en 1954. Las fuentes orales son las que nos permiten en esta investigación: 1.- construir un discurso histórico desde el pueblo y desmitificar así el discurso oficial; 2.- descubrir que el mito silencia, oculta, margina y explota a las capas populares 3 - Conocer que la formación de PALOMERAS (y otros barrios es una realidad objetiva e histórica, ocultada y silenciada por el mito, y al mismo tiempo es la que hace posible que puedan desarrollarse y pervivir los mitos del poder político y económico - autoridad, dominación, enriquecimiento, monumentalidad -, siendo éstas las únicas realidades históricas que aparecen en la prensa y en la historiografía franquistas. 4.- Captar la percepción o ignorancia que esta población tiene del franquismo y que descubre otro aspecto de la marginación. Se han realizado, únicamente, 25 entrevistas conseguidas a través de dos canales: El Centro Cultural de Nuevas Palomeras, ubicado en el espacio que hoy, tras un plan de remodelación, acoge en grandes bloques a la población de las "casitas" de los años cincuenta; y las redes familiares y amistades. La selección de los testimonios se ha hecho teniendo en cuenta las siguientes variables: sexo, edad, trabajo, militancia política/sindical/vecinal. Quiero hacer constar que este trabajo se ha realizado en equipo como investigación de dos cursos de Tercer ciclo y no representa más que un punto de partida de un proyecto amplio de investigación. Por ello lo presentamos, tan sólo, como una aproximación al tema y como una apertura de líneas de investigación, sin dar por definitivas ninguna de las afirmaciones que se exponen en las páginas siguientes.(1) La realidad urbanística del Madrid de la posguerra, marcada por una profunda contradicción entre los proyectos teóricos promovidos desde el Poder y su puesta en práctica efectiva, es el marco en el que adquiere verdadero valor los datos que, a través de las entrevistas, describen la construcción del barrio de PALOMERAS en la década de los 50. Terminada la Guerra Civil, la Administración crearía una serie de órganos centrales responsables de la reconstrucción física de las poblaciones españolas y que, de acuerdo con esta orientación, se encargaron de desarrollar la política estatal sobre vivienda. Una de estas entidades, creada en 1939 y denominada Junta de Reconstrucción de Madrid, es la autora del Plan General de Ordenación de Madrid que quedó terminado en 1941. Dentro de las líneas generales de este Plan se incluía un apartado estrechamente relacionado con la reordenación de la industria y que hacia referencia a la construcción de unos "poblados satélites"; entre ellos se distinguían, por un lado, zonas al servicio de los establecimientos industriales como Villaverde, Vallecas y Vicálvaro, y por otro, núcleos de albergue de población modesta, pensados para albergar a quienes no pudieran encontrar dentro del casco urbano una vivienda acorde con sus posibilidades económicas; PALOMERAS aparecía mencionado ya como uno de estos poblados.(2) La teoría que inspira el proyecto de 1941, entendida ésta como parte del mito ideológico global que había creado el régimen franquista, presenta profundas contradicciones. Frente a la defensa de la nucleación y zonificación de los espacios de acuerdo con la red viaria y la creación de varios anillos verdes, una lectura detenida de este proyecto nos revela la pretensión de dividir los espacios urbanos a partir de diferencias sociales y funcionales entre la población, signo evidente de una clara jerarquización y discriminación social. La recesión de la época autárquica y los primeros síntomas de recuperación económica a principios de los años 50 repercuten en todos los sectores, pero tendría especial incidencia en el desarrollo urbano, donde se producirán importantes desequilibrios. En primer lugar se produce una acelerada emigración campo - ciudad, que representa para Madrid, y en el decenio 1950-60, el 39,4 del total del saldo migratorio nacional. Junto a ello, la industria madrileña se verá inmersa en un proceso desarrollista, no planeado, que supuso la utilización de infraestructuras urbanas existentes para evitar altos costes de inversión. Si a esto se une la proximidad de un mercado de mano de obra barata, acaba por completarse el entorno que la industria necesitaba para su crecimiento. Madrid debía disponerse a cargar sobre su territorio un impresionante saldo migratorio. (3) El Plan del 41 no fue respetado y, junto a la zonificación oficial, aparece una división subterránea del suelo urbano que infringía claramente la normativa vigente. Este factor influirá de manera decisiva en los cambios urbanísticos de la ciudad y en el nacimiento de una planificación del desorden (4). La población inmigrante buscó alojamiento de acuerdo con su poder adquisitivo, viéndose así alejada de los puntos centrales de la ciudad. Las características de algunos de los asentamientos donde se fueron concentrando coinciden con las observadas en la zona de Vallecas y, especialmente, en el núcleo de PALOMERAS. Su crecimiento urbanístico se fue produciendo en conexión con parcelaciones ilegales en terrenos alejados, que suponían la conversión clandestina de suelo rústico en urbano y provocaron la aparición de barrios de autoconstrucción para emigrantes. Surgieron así barrios nuevos en barriadas obreras tradicionales, todos ellos nacidos, como es el caso de PALOMERAS, bajo el estigma de la marginalidad: autoconstrucción, carencia de licencias, pobreza de materiales... La actitud de los Ayuntamientos, en extremo permisiva y respetuosa con los intereses de los agentes inmobiliarios, permitió el crecimiento de estos barrios y la "legalización" de las edificaciones a través de diversos e irregulares procedimientos entre los que se encuentran las multas que, una vez satisfechas, evitaban el derribo de la vivienda autoconstruida. Este negocio, además de ser una importante fuente de ingresos para propietarios e intermediarios, constituía a su vez una forma indirecta de revalorizar los terrenos que, después de cierto tiempo, recibían la calificación de urbanos; ello comportaba la obtención de nuevas plusvalías en los solares mantenidos en reserva, o bien adquiridos con propósito especulador, revalorizando además los terrenos que separaban el barrio de la ciudad. Horacio Capel deja constancia de esto cuando escribe: "Mediante esta estrategia, los propietarios del suelo dirigen de hecho el crecimiento urbano en las direcciones que les resulten más ventajosas, con independencia de lo dispuesto por las normas urbanísticas" ( 5). Otra característica de estas barriadas marginales, igualmente extensiva a PALOMERAS, es la deficiencia de servicios y equipamientos que sólo muy lentamente y de forma parcial será resuelta por la Administración. Solían respetarse las pautas urbanísticas marcadas por la parcelación originaria (calles estrechas, trazado que no se ajusta a normas...) debido a que su remodelación hubiera acarreado costes demasiado elevados y en torno a toda esta problemática los poderes públicos mantenían una actitud pasiva y complaciente calificando el fenómeno de "desarrollo incontrolado por las autoridades, pero no bajo una falta de control total" (6) Cuando los medios del inmigrante no alcanzaban los mínimos de la oferta de la vivienda o del suelo, ya fuera legal o ilegalmente, hacía su aparición el chabolismo, forma de asentamiento que con el anteriormente descrito, acaba por conformar la morfología urbanística de nuestra zona de estudio. En definitiva, se nos revela evidente que cualquier fenómeno referido al crecimiento urbano, como en este caso lo es el incremento de la población y del número de viviendas en PALOMERAS, guarda relación con el sistema económico y el discurso político. La política urbana responde, en último termino, a los intereses de las clases dominantes expresados a través de los canales institucionales, y se convierte, junto con otros factores, en parte del entramado ideológico que permite la creación y el mantenimiento de un mito de poder.
INMIGRACIÓN Y POBLACIÓN
El primer aspecto analizado en las entrevistas es el estudio de nuestro sujeto histórico. ¿Quiénes son las mujeres y hombres que viven en PALOMERAS?, ¿De dónde proceden?. Las entrevistas revelan que en su conjunto es una población inmigrada. Las causas de esta inmigración hay que buscarlas en los problemas estructurales que afectan a las regiones agrarias de la mitad sur de la Península, en las que domina, tanto en Extremadura como en Andalucía, la gran propiedad terrateniente, mientras que en Castilla-La Mancha, ésta se combina con formas de mediana y pequeña propiedad. En todos los casos son formaciones que se rigen por patrones comunes: índices muy bajos de capitalización agraria y altas tasas de paro y desempleo estacional. De suerte que las tres regiones se constituyen, históricamente, en focos tradicionales de expulsión de población. Jornaleros sin trabajo y pequeños campesinos arruinados formaron durante los siglos XIX y XX importantes flujos migratorios hacia las grandes ciudades españolas y el extranjero. Las entrevistas ponen de manifiesto que esta tradición secular, revive en los años cincuenta y sesenta, en relación con la incipiente reactivación de algunos sectores productivos –construcción, servicios- que convirtió a Madrid en un polo de atracción rural (7). Entre nuestros testimonios destaca un núcleo mayoritario que procede de la región de Castilla-La Mancha con predominio de la provincia de Cuenca (8). En segundo lugar se halla Extremadura (9) y finalmente Andalucía (10). Otras regiones están minimamente representadas (11) La principal causa de la llegada a la capital es siempre la búsqueda de un trabajo fijo que permita "vivir", "subsistir" y "comer", imposible en las zonas rurales de procedencia. Una palabra los expresa: HAMBRE. En algún caso, a estos motivos básicos, se agrega la acusación que los califica de "hijos de rojo" y les impide encontrar trabajo en el pueblo( 12) Esta inmigración a la capital del Estado se produjo, como en la mayoría de los procesos migratorios, de forma encadenada. El/la inmigrante suele contar con un contacto en el barrio al que se dirige, generalmente un familiar, que le sirve de apoyo inicial hasta que consigue una vivienda y un trabajo. Clarísimamente lo explicitan trece de nuestros testimonios (13) Las mujeres inmigrantes, por otra parte, destacan por ser muy jóvenes en el momento de su llegada al barrio, generalmente lo hacen acompañando al marido (14), padre (15) o vienen para casarse con el novio que vino antes en búsqueda de trabajo (16).
LA CONSTRUCCIÓN DE PALOMERAS Y LA DESTRUCCIÓN DE UN MITO
Los datos obtenidos a través de las entrevistas nos permiten deducir las características generales del proceso de construcción y desarrollo del barrio, así como desmitificar algunos aspectos concretos de la realidad histórico-ideológica de la España franquista. El núcleo de población objeto de nuestro estudio surge como resultado de un proceso de construcción de viviendas en el que, casi con exclusividad, los propios vecinos se encargaban de idear y levantar sus edificaciones, una vez que habían comprado a plazos el terreno (17). En menor proporción hemos constatado casos de viviendas ya construidas, siempre reducidas y en pésimo estado, que eran alquiladas o compradas (18). La compraventa de los terrenos presenta caracteres uniformes a los que hacen referencia los/las entrevistados/as. Los solares de PALOMERAS eran propiedad en su mayoría de los hermanos Santos, quienes, directamente o a través de agentes (19), vendían las parcelas en condiciones variables según las posibilidades económicas del comprador/a y sin que se aprecien criterios uniformes. También era práctica frecuente que, una vez adquirido un terreno, el/la propietario/a lo subdividiera vendiéndolo a segundas personas (2O). Dependiendo de las dimensiones del espacio y de los medios con que contara, el/la mismo/a comprador/a, con ayuda de familiares y amigos, construía un habitáculo de estancia única, para que en ese reducido espacio viviera su familia, muchas veces numerosas; sólo posteriormente, y después de pasado cierto tiempo, se ampliaba o mejoraba mínimamente la vivienda (21) La construcción, por llevarse a cabo sin licencia y, por tanto, ilegalmente (22), se realizaba por la noche y en escasos días, mientras que los materiales necesarios eran adquiridos "de fiado" o a través de créditos de entidades, como es el caso de la Compañía de Seguros Santa Lucía. En ambos casos la amortización de la cantidad prestada se efectuaba a plazos y en periodos de tiempo oscilables, dependiendo tanto del comprador/a como del vendedor/a (23) en cualquier caso, el desembolso que las familias debían realizar era muy elevado si se compara con los sueldos percibidos. El propio sistema de autoconstrucción, al que se oponían las leyes vigentes y los planes oficiales de desarrollo urbano, facilitaba la picaresca. y beneficiaba a la Administración, juicio derivado de comprobar cómo los policías municipales, responsables directos de las construcciones de la zona, exigían dinero a las personas que construían sus viviendas(24) ésta era la "propina" que una vez satisfecha, garantizaba que la Guardia Civil no derribaría la casa. Dicho procedimiento era consecuencia tanto de las perentorias necesidades de alojamiento de las personas recién llegadas a la ciudad como de la dificultad real de obtener las correspondientes licencias de obra, que sólo muy escasamente y con extrema lentitud burocrática concedía el Ayuntamiento. Normalmente, los/as propietarios/as solicitaban la licencia cuando tenían ya construida la casa y poseían las escrituras de propiedad de los terrenos (25). La calidad de las viviendas era ínfima. Eran húmedas y carecían de agua corriente y servicios sanitarios, por ello era frecuente que se construyesen pozos negros, propios o compartidos por varias familias en un patio común. Aunque inicialmente las casas se componían de una única habitación, ya hemos mencionado cómo, posteriormente, se solía proceder a su división, aunque en general no llegaban a tener más que la cocina y dos dormitorios. Las casas sufrían constantes remodelaciones en su intento por parte de los dueños de mejorar sus condiciones de calidad y habitabilidad; en caso de poseer terreno suficiente, algunas eran ampliadas, dejando siempre espacio para un pequeño patio o jardín (26), que se convierte así en elemento distintivo de la morfología arquitectónica del barrio junto con las características anteriormente señaladas, y que se explica quizás por la procedencia rural de sus vecinos. En conexión con la escasa calidad de las viviendas, PALOMERAS carecía en los años 50 de una infraestructura de servicios mínimos. La luz eléctrica no comienza a instalarse en algunas viviendas hasta 1957, y ello después de bastante insistencia y de abonar una importante suma de dinero (27). Del agua corriente no se disfrutará hasta 1975-76 y por ello el abastecimiento se debía hacer a través de las fuentes públicas, las más cercanas situadas en el Puente de Vallecas, y de vendedores ambulantes y camiones cisterna. Sólo después de una larga actividad reivindicativa el barrio quedó dotado con este servicio a mediados de la década de los 70. Las tiendas de la zona eran muy escasas y, de acuerdo con datos recogidos en el Boletín del Ayuntamiento de Madrid se observa, paradójicamente, la denegación de muchos permisos de apertura de tiendas de comestibles, peluquería y negocios de diversa índole (28). Los colegios públicos no existían en el barrio pero si hemos detectado la existencia de centros privados, como el de San José, así como la actividad de profesores particulares que impartían sus clases de forma privada y sin contar con los medios adecuados. Por otro lado, tampoco contaba el barrio con centros asistenciales sanitarios ya que el ambulatorio más cercano estaba situado en la calle Peña Prieta, en la zona del Puente de Vallecas. No exista en realidad una infraestructura urbanística propiamente dicha, ya que al caos en la organización y trazado de las calles y viviendas se venia a sumar la falta de asfaltado y de alcantarillado, y la construcción, a principios de los 60, de dos colonias: Villalobos y San Agustín, de ínfima calidad. En conclusión, el crecimiento de PALOMERAS se produce de forma anárquica y presenta todas las características de otras poblaciones marginales: crecimiento urbanístico caótico, producto de la autoconstrucción asistemática de las viviendas, y junto a ello, la total carencia de servicios propios de cualquier zona urbana: luz eléctrica, alcantarillado y prestaciones médicas y escolares. El pretendido desarrollismo y el bienestar común abanderados por el régimen para su sustentación material, quedan desmitificados y contradictoriamente contestados por una realidad incuestionable que aquí hemos intentado rescatar de la voz de sus protagonistas.
En el Madrid de los años cincuenta asistimos, tal y como queda patente tras la comparación de los censos de 1950 y 1960 a un fuerte aumento de la población activa como consecuencia de la llegada de grandes contingentes de inmigrantes. Este crecimiento se va a manifestar fundamentalmente en los sectores secundario y terciario, mientras que el primario sufrirá incluso un retroceso( 29). Sin embargo, la inmensa mayoría de los inmigrantes, como ya se ha visto, tenía como punto de origen el mundo rural, lo que suele significar un nivel cultural muy bajo o casi nulo, dada la temprana incorporación al mundo del trabajo, alrededor de los 10-11 años, y una dedicación prácticamente exclusiva a las faenas agrícolas (30). Se trata, por tanto, de una mano de obra de muy baja cualificación laboral y que tendrá que adscribirse a sectores que, como la construcción, se encontraban en plena fase de expansión y no exigían una especialización. La totalidad de nuestros entrevistados varones y la mayor parte de los conocidos y familiares a los que se hace referencia, desarrollaron su actividad laboral en el sector de la construcción que, en diez años, se verá más que duplicado (31). En general éste fue su primer trabajo en Madrid, y es más, en los casos en los que se produce cierto riesgo laboral, la construcción aparece como el último de los trabajos, donde de alguna manera ya se estabilizan. Únicamente los que acceden a una formación profesional entran en la industria o en el sector servicios (32). De la situación laboral anterior a la inmigración, reflejada en las entrevistas, es necesario señalar la clara diferenciación existente entre las mujeres y los hombres, no tanto por el trabajo realizado en si, cuanto por la valoración que de éste se hace. Mientras los hombres destacan mucho su trabajo en el campo antes de su venida a la capital las mujeres lo silencian e ignoran. Esto no se adecua con su verdadera situación ya que de hecho el trabajo de las mujeres, tanto niñas como adultas, no se circunscribía únicamente al ámbito doméstico, sino que todas participaban en las faenas agrícolas. Estas omisiones son sintomáticas del nulo valor concedido, incluso por las propias mujeres, al trabajo realizado por ellas en el mundo rural. Por el contrario, ya en la ciudad, las mujeres si valoran su actividad laboral fuera del ámbito de la casa. La razón de ello radica en que el trabajo que realizan ahora es pagado. El dinero-salario es lo que da valor al trabajo. La mayor parte de nuestras entrevistadas, -once- se incorporan al mercado de trabajo en los sectores tradicionalmente adscritos a las mujeres: confección y servicio doméstico. Son muy pocas las que trabajan en algún taller - imprenta, electricidad- (33), y en otras son sus estudios lo que les permite el acceso al sector servicios y a la enseñanza (34) Los trabajos en el sector de la confección tienen dos modalidades: el que se hace en el propio domicilio, para tiendas o particulares, y los que se realizan en talleres (de bordado, alta costura...), comercios (sastrerías, corseterías...) o como costureras en casas particulares. Respecto al trabajo en el sector del servicio doméstico, hay que distinguir entre el desarrollado por mujeres solteras que trabajan principalmente como internas, y el de las mujeres casadas que trabajan "por horas", como asistentas, para contribuir con su jornal al presupuesto familiar. En las mujeres se da una movilidad laboral mayor que en los hombres. Esto no supone, de ninguna manera, una mejora progresiva sino que por el contrario, se gira siempre en torno al mismo tipo de trabajos. Otro rasgo particular de la actividad laboral de las mujeres fuera del hogar es que, en general, finaliza cuando contraen matrimonio, y las que continúan, lo hacen por necesidad económica. De hecho, a medida que los hijos se van haciendo mayores y aportan ingresos, ellas abandonan el trabajo pagado. Este hecho se vincula, en parte, con la escasa cualificación laboral, que determina en gran medida la valoración del trabajo sólo desde una vertiente económica, y también de la ideología patriarcal, que atraviesa todas las clases, y defiende como el lugar propio de las mujeres el del hogar y la familia. En cuanto a las condiciones laborales son de gran dureza, ya que si bien el acceso a un trabajo era relativamente fácil, los salarios, en cambio, eran de mera subsistencia e incluso inferiores. En este nivel aparece la discriminación por sexos, claramente expresado por una de nuestras entrevistadas que mientras ella, como corsetera, ganaba 74 pts semanales, su padre, un albañil, recibía cuatro veces más( 35). Otro de los factores que contribuían a esta dureza era la amplitud de los horarios, que en el caso de los talleres, podía suponer casi 10 horas de trabajo real, con el agravante de que dadas las distancias y las deficiencias en las comunicaciones. se añadía la permanencia en el lugar de trabajo, la hora y media destinada a la comida (36) Peores, incluso, eran las jornadas para las trabajadoras fijas en una casa, donde no existía una regulación de horarios, y sólo se tenía una tarde libre cada quince días ( 37). Precisamente las dificultades ya señaladas en las comunicaciones, era otro de los problemas básicos del barrio, que incidía también en la vida laboral. El metro más cercano era el del Puente de Vallecas, pero para llegar a él había que recorrer unos dos kilómetros, que se tenían que hacer andando por calles sin asfaltar, con la presencia del barro como elemento constante. Después se estableció un servicio de camionetas, pero los problemas continuaban, ya que éstas carecían de cristales, y eran incapaces de subir cuestas cargadas de viajeros, con lo que, en ocasiones, se les instaba a desalojar el vehículo y subir la cuesta andando (38).
La percepción de la opresión franquista y la inserción dentro de la vida vecinal de las miles de personas que emigran al barrio de PALOMERAS desde finales de los años 40 y las décadas de los 50 y 60, va a estar motivada por diferentes factores comunes y experiencias personales que convendría señalar de forma esquemática por su complejidad, - corriendo el riesgo, claro está, de no recoger infinidad de matices, incluso individuales, que deberíamos hacer observar -. La muestra analizada presenta una serie de características comunes de las cuales destacan los condicionamientos internos siendo uno de los más acusados la emigración desde zonas rurales, tradicionalmente deprimidas en el ámbito económico y cultural. Estas características de partida van a condicionar las primeras respuestas de los entrevistados hacia el nuevo medio: - Desarraigo cultural. La niñez de muchos/as en PALOMERAS está marcada por el recuerdo de su pueblo natal. - Aceptación de situaciones precarias de subsistencia. Quienes emigraban invertían en su traslado y asentamiento en PALOMERAS el total de su dinero. El retorno a la zona de procedencia no sólo era desaconsejare por el paro existente, sino que resultaba materialmente imposible. - Incorporación inmediata de esta mano de obra sin cualificar al mercado de trabajo urbano caracterizado por largas jornadas y la falta de una remuneración económica adecuada. Junto a estos condicionantes internos a la muestra, no debemos de dejar de señalar otros de carácter externo que determinarán igualmente las respuestas al medio de nuestros/as entrevistados/as: - El desarrollo del represivo sistema policial, que se traducía de forma inmediata en denuncias y desalojos de viviendas. - Y lo que es más sutil, la utilización de las leyes que marcaban como ilegales a todas aquellas manifestaciones, individuales y colectivas, frente al orden establecido. Una vez determinadas las características-condicionantes, podemos intentar una ordenación de la muestra recogiendo las diferentes respuestas de nuestros/as entrevistados/as frente a su realidad cotidiana: reacción ante el derribo de las casas construidas clandestinamente, y percepción de la policía municipal, la realidad exterior del barrio o la estructura del régimen franquista. Antes de comenzar a desarrollar este segundo apartado, debemos llamar la atención sobre un acondicionamiento particular y común a toda la muestra femenina. Nos estamos refiriendo al "rol" socio-familiar asignado a las mujeres desde su nacimiento, lo que se traduce, en el trabajo que nos ocupa, en asimilación y justificación de su propia e individual desconcienciación social. Creemos que es, por tanto, conveniente hace la siguiente división que desarrollamos: 1. Testimonios de hombre. a/ La conciencia de clase y la solidaridad vecinal. En este grupo podríamos distinguir dos subgrupos: El primero formado por personas como Arturo, Marcelo y Mariano. Arturo adquiere su formación política y conciencia de clase en los años republicanos, - pertenece a las Juventudes Socialistas, luego Unificadas y más tarde al Partido Comunista -, mientras que Marcelo y Mariano, aunque nacen en 1934 y 1938, sufren las consecuencias de la represión franquista postbélica. Sus experiencias están muy vinculadas por su ideología y acción al P.C. en unos y otros a Comisiones Obreras y U.G.T., incluso en la clandestinidad. Emilio, Paco, Eliseo y Felipe, compondrían nuestro segundo grupo. Se trata de personas más jóvenes, nacidas en la postguerra, con una formación cultural mínima, pero con una experiencia sindical intensa, aunque relativamente reciente - alrededor de los años 60-. Todos ellos tuvieron una activa participación en el movimiento vecinal, siendo promotores de la Asociación de Vecinos y lograron, sin dificultad, trascender de la fachada policial - los policías municipales son percibidos como meros trabajadores - y relacionar la opresión inmediata y coyuntural con la organización del sistema franquista. b/ El desarraigo de la clase trabajadora. Antonio es un claro representante de buena parte de la clase obrera del periodo franquista. Nacido en la posguerra, con una escasa formación que roza el analfabetismo, posee una escasa experiencia sindical con la cual nunca se sintió muy vinculado. Antonio es un ejemplo de actividad pasiva: pertenece a la Asociación de Vecinos, por intereses muy parciales cuando ya ésta adquiere cierta representatividad en el barrio. Su grado de concienciación, por no hablar de su lucha contra el franquismo, es mínimo. 2. Testimonios de mujeres. a/ Guerra civil, represión franquista y conciencia de clase. La experiencia, amplia y dolorosa, de Conrada durante la guerra civil, no posee como en Arturo el matiz de la formación política e ideológica. Conrada, que asume durante la etapa franquista una actitud luchadora, reivindicará ante todo el cumplimiento de una serie de ideales universales - "justicia, igualdad, libertad" - muy relacionados con su formación religiosa y será esta clase de experiencia la que facilitará a Conrada la identificación del mundo represivo franquista en la vida cotidiana de PALOMERAS. A Victoriana la guerra civil tampoco llegará a formarla ideológicamente, y además carece de las convicciones religiosas de Conrada; su concienciación parte de la experiencia de la represión arbitraria de que es objeto en su pueblo natal. Desgraciadamente la práctica laboral no aporta nada nuevo a Victoriana, y quizás por ello la realidad del barrio no provoca en ella la más mínima reivindicación práctica y concreta, es más, la percepción de la red institucional franquista no trasciende del ámbito personal. b/ La "conciencia" a través del marido del padre. Amalia y Sara, aunque nacidas en la década de los años 40, por la experiencia familiar durante la guerra civil, son herederas de la problemática derivada del conflicto pero no llegan a hacerla suya. En otras - Filomena, Encarna, Antonia, Trini... la vivencia de una posguerra muy dura - hambre, educación autoritaria, encarcelamiento del padre por "trasperlo’ , dificultades en el trabajo- es lo que lentamente les va desvelando una situación de injusticia. La experiencia de la época franquista se traduce en la presión ejercida por los elementos más cercanos al régimen - la guardia municipal -, o en la imposibilidad de poder expresarse libremente. Pero estas experiencias no cambiarán su actitud de inconsciencia frente al franquismo, sino que lo provocará la aportación de la experiencia del marido y/o del padre, personajes que actúan como catalizadores de la realidad no inmediata. c/ Sobre la indiferencia. Los testimonios de Nicolasa, Josefa, Carmen y Rosalía, los podríamos englobar fácilmente bajo este título, que estableciendo una serie de matices particulares en cada caso: algunas son conscientes de la discriminaci6n en la educación -Josefa-; otras tienen una educación más completa -Rosalía-. Ninguna mantendrá una oposición consciente frente al régimen, a pesar de la patente discriminación social de que son objeto -Nicolasa -, o de las injusticias cometidas en PALOMERAS. – Carmen – Ni los recuerdos familiares de la guerra -Rosalía-, ni la actividad militante del marido -Josefa-, ni tan siquiera la experiencia laboral prolongada -Carmen -, serán en ellas factores determinantes.
PALOMERAS es uno de los barrios obreros que surgen como sostén y base del mito del "poder" y del "desarrollo" en que se basó el franquismo, ejes que vertebran y caracterizan la formación del barrio con: - Un "urbanismo" marginal que se desarrolla con el "silenció' y la "tolerancia' del poder, necesitado de mano de obra "dócil". - Una población dominada o domesticada por el miedo, cuya preocupación es la búsqueda de un trabajo-jornal para poder comer y tener una habitación. Es la motivación única de su vida al llegar al barrio. - Los grandes beneficiarios de esta situación son, en un primer momento, los detentadores del poder político y económico (entre estos, sobre todo, los negocios de la construcción y especulación del suelo). - La formación, muy lentamente, de una conciencia de solidaridad o 1'conciencia de barrio", que pasa a ser también "conciencia de clase'1, concretándose en los setenta en una militancia vecinal, política o sindical que, al mismo tiempo que lucha por el barrio reclamando unas condiciones dignas de vivienda, se opone a los detentadores del poder, personificado en la dictadura franquista. La realidad histórica del barrio y de sus mujeres y hombres descubre la falacia del mito que se desarrolla e intenta reproducirse ocultando, silenciando, dominando a las clases populares.
María
Carmen García-Nieto París
Universidad
Complutense de Madrid
Seminario
de Fuentes Orales.
NOTAS 1. Han participado en este trabajo durante el curso 1985-1986: Francisca Bernalte, Manuel Cañameras, Alejandro Licitra. Oscar Monterrubio, Amparo Pacheco y María Teresa Nava. En el curso 1986-1987: Luis Grandy, Gema Iglesias, Izumi Kanzaki, Mercedes Pardo, Francisco Sánchez y María Luisa Sierra. 2. AZURMENDI, Luís. "Teoría y práctica urbana en Madrid. El primer cinturón (1940-1970)', en Madrid: Cuarenta años de desarrollo urbano 1948-1980? Ayuntamiento de Madrid, 1981, p.114. 3. Ibidem, p. 116. Son datos del informe sociológico sobre la situación social de Madrid realizado por la Fundación Foessa y publicados en 1967. 4. Ibidem, p. 118. 5. CAPEL, Horacio. Capitalismo y morfología urbana en España. Barcelona, Los libros de la frontera, 1975. 6. Memoria del Plan General de Ordenamiento del Área Metropolitana, 1961, p. 67. 7. AYUNTAMIENTO DE MADRID. Resumen estadístico, 1960. Instituto Nacional de Estadística; y Vallecas. Documentos para difusión y debate de la Comisión de planeamiento y coordinación del Área Metropolitana de Madrid. MOPU, 1982, p. 23-62. 8. Entrevistas núm. 1,3,4,5,8,10,12,14. 9. Entrevistas núm. 7,9,13,18,23 y 25. 10. Entrevistas núm. 2 y 11. 11. Entrevistas núm. 6,16,17 y 24. 12. Entrevistas núm. 3 y 14. 13, Cf. entrevistas núm. 1,2,3,4,6,7,9,1O,1~ y 14. 14. Entrevistas núm. 1 y 2. 15, Entrevistas núm. 5,6,9,10 y 11. 16. Entrevista núm. 4. 17. Entrevistas núm. 3 y 16. 18. Entrevistas núm. 9 y 17. 19. Entrevistas núm. 7,18 y 24. 20. Entrevista núm. 10. 21. Entrevistas núm. 7,20 y 25. 22. Entrevistas núm. 8 y 21. 23. Entrevistas núm. 12 y 20. 24. Entrevistas núm. 20 y 24. 25. Entrevistas núm. 2 y 24. 26. Entrevistas núm. 14 y 20. 27. La fecha de 1957 se menciona en la entrevista núm. 1, también en la núm. 7 se comenta cómo en 1960 ya había luz eléctrica. Datos similares aportan las núm. 3,18,20 y 24. 28. En 1959 se recogen en el Boletín del Ayuntamiento de Madrid la apertura de una peluquería en la calle 4, núm. 17, y de una tienda en la c/ Alto Palomeras, 102. A pesar de las necesidades comerciales del barrio los permisos para apertura de negocios fueron dados muy escasamente, lo cual es tremendamente significativo. 29. Mientras que en Madrid las actividades relacionadas con la agricultura, silvicultura, caza y pesca, pasaron entre 1950 y 1960 de 61.182 a 58.702 trabajadores; las industrias fabriles crecen de 87.033 a 232.189; la construcción de 45.000 a 107.657; el comercio de 44.273 a 134.649; los transportes1 almacenaje y comunicaciones de 25.656 a 76.825; los servicios oficiales públicos y personales de 53.160 a 326.483. Son datos comparados de los Censos de 1950 y 1960. 30. En ocasiones y como consecuencia de la escasa edad, se dedicarán a actividades marginales (venta de churros, de carbón, transporte a lomo de borricos...) antes de su incorporación plena a las actividades agrarias. 31. Entrevistas núm. 7,8,12,13,14,16,17,19,24 y 25; cf. entrevista núm. 1. 32. Entrevistas núm. 17,19 y 25. 33. Entrevistas núm. 11 y 20. 34. Entrevistas núm. 21 y 23. 35. Entrevista núm. 10. 36. Entrevista núm. 10. 37. Entrevista núm. 3 38. Entrevista núm. 14.
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