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Historia de
Vallecas
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PIONEROS DE LA EDUCACIÓN POPULAR EN VALLECAS (1899-1931) Pedro Pablo García-Rojo Garrido Natalia Serrano Sánchez de la Blanca |
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INTRODUCCIÓN Las líneas que siguen pretenden ser introductorias al presente trabajo que se ocupará de la exposición sumaria de las iniciativas pioneras de educación popular en Vallecas. El periodo estudiado abarca la última década del siglo XIX y se prolonga hasta la llegada de la II República en 1931. En todo caso esta investigación poseerá un carácter tentativo habida cuenta de la escasez de trabajos científicos sobre la educación en Vallecas. De ello se hace eco Daniel Poveda, autor de la monografía "La educación en Vallecas desde los años 50". La tesina elaborada por Asunción Servant González, con el título "La educación en Vallecas durante la Segunda República", es también una interesante investigación histórica sobre el campo educativo vallecano que busca sus fuentes en las actas de plenos municipales de la época. En ella hemos encontrado no pocos datos de interés que han agilizado nuestra investigación. No conocemos hasta la fecha monografía alguna dedicada a la educación popular en Vallecas dentro del periodo acotado por nuestra investigación. El caso específico de Vallecas se estudiará desde una triple vertiente histórica, política y pedagógica en la valoración y comprensión de la experiencia educativa popular de aquel tiempo. La tesis doctoral de Alejandro Tiana Ferrer, "Maestros, misioneros y militantes. La educación de la clase obrera madrileña, 1898-1917", recoge el arranque de las iniciativas de educación popular en sus momentos más embrionarios con interesantes referencias a Vallecas. La administración local y nacional, iniciativas benéficas de naturaleza religiosa, partidos políticos y sindicatos de izquierda, fundamentalmente PSOE, UGT y la anarquista CNT, estuvieron presentes en los intentos de alfabetización y educación del pueblo español. En la frontera entre los siglos XIX y XX en la que se alumbraba en España una nueva era fabril, que había transformado antes en Europa a la población agraria en mano de obra urbana necesaria para el floreciente desarrollo del capitalismo industrial. De hecho estas iniciativas se concentraron en áreas de influencia urbana, derivadas de la concentración de mano de obra industrial necesitada de una mayor cualificación. Ello justifica que pueda hablarse de "educación de la clase obrera" como principal destinataria de esta educación popular. De las limitaciones de aquella tarea puede dar idea el que en la España finisecular del siglo XIX la agricultura empleara aún a la mitad de la población, el 70% de la cual era analfabeta. Sólo a partir de 1920 empezaron a reducirse los porcentajes de analfabetismo. Tres años después se crea la Comisión Central contra el Analfabetismo dependiente del Ministerio de Instrucción Pública. La tasa de escolarización de niños de 6 a 13 años se situaba en 1855 en el 40.6%, mientras que la tasa de alfabetización en 1860 era del 24.4%. Las escuelas públicas fueron aumentando en el país de 24.000 a comienzos de siglo a las 29.000 de 1903, y a las 35.000 de 1930. Al iniciarse el primer tercio del siglo XX la mitad de la población infantil no tenía acceso a la escolarización. A la década de los 30 se llegaría con una tasa de analfabetismo que oscilaba entre el 44.3% en términos brutos y un 32.4% en términos netos (contando sólo con individuos mayores de 10 años). En 1924 Vallecas contaba con siete escuelas públicas (nacionales y municipales) y una tasa de escolarización del 72.6%. Estaban escolarizados 3.872 alumnos de una población en edad escolar de 5.333 niños y niñas. Las deficiencias de la oferta pública escolar saltan a la vista al comprobar que 3.146 (un 81.2% del total) asistían a centros privados. En 1930 Vallecas contaba con una población aproximada de 51.767 habitantes, soportaba una tasa de analfabetismo oficialmente situada en el 53% (la provincial era del 29%) y un 70% de la población escolar seguía asistiendo a escuelas privadas mayormente religiosas todavía, toda una muestra de la precariedad de los medios públicos puestos al servicio de la educación. El número de escuelas públicas se había incrementado en quince hasta un total de veintidós durante la dictadura de Primo de Rivera. En el ámbito de las actividades extraescolares destacaban las Colonias escolares de verano para niñas, dirigidas en 1931 por la Inspectora Provincial de Primera Enseñanza Juliana Torrego.
VALLECAS EN LA REALIDAD NACIONAL En Europa las corrientes de renovación pedagógica pasaban por los enfoques positivistas, sociologistas, marxistas y de la nueva educación experimental. En España, de entre los intelectuales del siglo XIX, destacaría por su preocupación pedagógica por la educación popular de los más pobres Concepción Arenal, que moriría en 1893, también abanderada de la educación de la mujer y de los presos sociales. El sistema educativo liberal había quedado plasmado con unidad y coherencia en el Plan General de Estudios de 1845, también llamado Plan Pidal, y sus tesis se habían visto influenciadas en gran manera por el pensamiento del pedagogo Pablo Montesino, a su vez influenciado por el modelo de escuela de Pestalozzi. La educación quedaba administrativamente en manos del Estado, y se incluía un sesgo de desigualdad económica al renunciar al principio de gratuidad en la enseñanza secundaria y superior; por otro lado se sancionaba el principio de libertad de enseñanza con limitaciones al interés mercantil sobre la educación. Se trataba de un plan de estudios ecléctico que combinaba tradición y modernidad y centralizaba la enseñanza universitaria. La administración educativa se ordenaba de acuerdo con el principio de asignación de las materias de instrucción pública al Ministerio de Gobernación, con el asesoramiento del Consejo de Instrucción Pública, centralizando los fondos en una junta específica. La contrarreforma educativa auspiciada por los planes de 1850 y 1852, y el decisivo Concordato con la Santa Sede de 1851, que reconocía los seminarios como centros de enseñanza secundaria limitaron los efectos personales para los liberales. Habían transcurrido los años de la década moderada siguientes a la caída del regente Espartero que permitieron la consolidación del sistema educativo liberal. Pasado el llamado bienio progresista de 1854-1856 Narváez formó un gobierno moderado con Claudio Moyano al frente del Ministerio de Fomento, impulsor de la denominada Ley Moyano de 1857. En esta ocasión el texto legal preveía la obligatoriedad de la enseñanza primaria de los 6 a los 9 años. La ley también daba un nuevo impulso a las Escuelas Normales dedicadas a la formación de maestros y maestras. Durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se promulgaría el decreto ley de libertad de enseñanza firmado por el entonces ministro de Fomento Ruiz Zorrilla, el 21 de octubre de 1868, que ampararía la creación de centros docentes y la libertad de cátedra. Las iniciativas de educación alternativa opuestas al modelo de escuela pública clerical de la Restauración prolongado por la dictadura de Primo de Rivera, fracasadas las reformas progresistas anteriores, de escuela pública fueron la Escuela Moderna de Francisco Ferrer (laica, naturalista y racionalista), la Escuela Nueva de Manuel Núñez de Arenas de orientación socialista, él y Marcelino Domingo teorizarían una nueva pedagogía entendida como acción política, y la Institución Libre de Enseñanza, de inspiración krausista, ligada a la iniciativa de educación privada promovida por la burguesía culta y progresista de la época que alentaron entre otros Francisco Giner de los Ríos, Montero Ríos, Salmerón, o Cossío. La secularización de la enseñanza se convirtió en causa de enfrentamiento político entre liberales, con Canalejas y Romanones al frente y conservadores que abogaban por mantener los privilegios de las órdenes y congregaciones enseñantes de naturaleza religiosa. Este era el caso de jesuitas, escolapios, dominicos, salesianos, los Hermanos de las Escuelas Cristianas y la Compañía de María. Las Escuelas del Ave María, del sacerdote y pedagogo Andrés Manjón, constituyeron una experiencia de educación popular gratuita que tuvo su origen en Granada en 1889 y acabó extendiéndose a otras ciudades, entre ellas Madrid, centrada en la consideración de la educación como medio de redención individual y social. Propugnaba la unidad de escuela, taller y granja e incidía en la formación cristiana. En Vallecas la enseñanza religiosa fue la principal beneficiaria de subvenciones municipales. El caso más significativo fue el de las "Escuelas Parroquiales de La Acacia", promovidas y dirigidas por el párroco de la iglesia de San Ramón, el sacerdote Emilio Franco, que acaparaba porcentajes cercanos al 40% de las subvenciones destinadas a la educación privada. Las irregularidades pedagógicas y sanitarias acabarían acarreándole la suspensión de dichas ayudas ya en la época republicana. Como en otros tantos aspectos de la vida social y política de finales del siglo XIX español la España oficial marchaba por un lado mientras que la España real hacía lo propio por otro. El Congreso de Pedagogía de 1882 intentó paliar la situación de marginación social y profesional de los maestros de escuela y reivindicó para ellos la pensión de jubilación de la que carecían. La creación de la cátedra fröbeliana del Museo Pedagógico Nacional fue uno de los pocos signos institucionales por renovar las metodologías educativas. Hasta el año 1900 no se creó el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, del que pasaron a depender el Consejo de Instrucción Pública, la Dirección General de Primera Enseñanza y la Inspección de Enseñanza. A lo largo de 1909 y 1910 nacerían las instituciones que en el futuro más inmediato jugarían un papel decisivo en la europeización y democratización de la cultura en España: la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, el Centro de Estudios Históricos y la Residencia de Estudiantes. En 1909 con Maura en el Gobierno se fundó la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, dedicada a la formación de especialistas en temas pedagógicos. El cambio fundamental en el modo de escolarización se debió a los esfuerzos institucionales de sustituir la tradicional escuela/aula, con un solo profesor y alumnos de todas las edades, por la escuela/colegio, con varios profesores de entre los cuales uno desempeña las funciones de director y alumnos clasificados y separados por edad. Su implantación fue deficiente, si en 1923 la escuela/aula alcanzaba el 92% en 1935, ya durante la época republicana, el porcentaje sólo había descendido hasta el 82%. No obstante la llegada de la II República permitió avanzar en el establecimiento de una escuela pública, laica, gratuita y dispuesta a la integración de ambos sexos. La Escuela Única secularizó la enseñanza y cumplió el concepto de unidad del ciclo educativo unificando la enseñanza primaria y secundaria en el Ciclo Único. La labor cultural republicana se extendió por el país a través de la Extensión Universitaria y las Misiones Pedagógicas que se ocupaban de la promoción cultural itinerante por las zonas rurales. Mientras, la potenciación de la Junta para la Ampliación de Estudios proseguía la apertura cultural y educativa a Europa. Hasta entonces la educación de las masas tuvo que ver con la improvisación y el voluntarismo, en el caso de las iniciativas estatales y religiosas, y con el ideal de emancipación social a través de la educación en el caso de la acción desarrollada por las formaciones políticas y sindicales. Las iniciativas de limitado alcance existentes en Madrid se localizaban en la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela de Aprendices del Ayuntamiento de Madrid, el Centro de Instrucción Comercial y la Escuela del Hogar y Profesionalidad de la Mujer y el Centro Iberoamericano de Cultura Popular Femenina como iniciativas dirigidas a la educación femenina. Las clases de adultos se impartían en horario nocturno en las dependencias de las escuelas públicas. Las demás iniciativas de educación popular se situaban en el ámbito privado (Fomento de las Artes y Centro Instructivo Popular) y de extensión universitaria (Conferencias de Extensión Universitaria en el Ateneo, y la independiente y autónoma aunque también ligada al Ateneo Universidad Popular de Madrid). En el ámbito político, además de las aportaciones de los partidos obreros, existía una amplia gama de círculo obreros, republicanos, liberales y monárquicos.
En la realidad educativa nacional factores como la escasez del número de plazas escolares públicas, y la deficiente consideración de la educación de adultos, unidos al carácter confesional y de clase de la educación pública y religiosa de la época, hizo que en Madrid inicialmente, y de una manera particular en Vallecas, las organizaciones obreras se decidieran a implantar centros educativos alternativos para lograr la educación de los obreros y de sus hijos, así como para mejorar su cualificación profesional. La formación de Círculos Socialistas en Madrid, que tuvo su origen en el Centro Obrero de la calle Relatores, convirtió con el tiempo a las casas del pueblo en centros educativos a través de las llamadas Escuelas Laicas Socialistas, cuyos profesores decidieron agruparse desde 1909 en la Asociación de Profesores Racionalistas. Así ocurrió en los distritos de Norte, Sur, y Latina que en 1913 acondicionaron escuelas en sus sedes. El Círculo Socialista del Puente de Vallecas contaría con la Sociedad de Profesiones y Oficios Varios y Escuelas Racionalistas. El PSOE sentó las bases de su política educativa en aquel tiempo en las "Bases para un nuevo programa de instrucción pública" presentadas por la Escuela Nueva a su XI Congreso (1918) y aprobadas en él. Durante la II República el socialista Amós Acero, a la sazón alcalde de una Vallecas entonces secesionada de Madrid, articularía esfuerzos propios, como educador popular en la Casa del Pueblo, e institucionales para mejorar el acceso a la educación de las clases populares. La nueva administración local republicana construyó en sus primeros años tres nuevas escuelas de párvulos, dos unitarias de niños, los grupos escolares Giner de los Ríos, con tres secciones de niñas, Nicolás Salmerón, con cinco secciones de niños, y Pablo Iglesias con cuatro secciones de niños. El número de nuevas escuelas se elevaría hasta veintisiete nuevos centros en el resto del mandato hasta 1934.
LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO Desde finales del siglo XIX la educación popular formó parte de la discusión política nacional. Al decir de los intelectuales de la generación del 98 el problema de España era en gran medida un problema de falta de educación y cultura. La pérdida de las colonias ultramarinas en 1898 radicalizó la postura de una serie de intelectuales que vieron en el ideal regeneracionista la posibilidad de redimir a España de su incultura por medio de la ilustración de las masas y de la lucha contra el clericalismo. Se trataba en esta vertiente de un ideal pedagógico de liberación intelectual y política que animaba igualmente los esfuerzos del krausismo, y que apareció teñida de tintes claramente europeístas en la posterior generación de 1914. El filósofo Ortega y Gasset fundaría la Liga para la Educación Política y abogaría por el necesario liderazgo de una élite europeizada y europeizante que practicara una pedagogía social modernizadoras del país, renovara la enseñanza universitaria y llevara a España por los derroteros de la ciencia. Desde la esfera política Manuel Azaña cargaba las tintas sobre la necesidad de democratización del Estado y del reconocimiento del ascenso político de las masas. Aunque resulta claro que estamos ante diversas tradiciones intelectuales no siempre convergentes en sus planteamientos políticos sí es posible establecer un nexo en la centralidad de la educación del pueblo como medio idóneo para resolver el tan traído y llevado problema de España. Educación, europeización y democratización serán el credo progresista durante estos años que se pondrá en juego durante la II República. La preocupación por la educación popular alcanzará también a la generación de 1927, que mantendrá vínculos reseñables con Vallecas a través de la denominada Escuela de Vallecas. El pintor Benjamín Palencia y el escultor Alberto Sánchez la situaran como lugar de referencia e inspiración para la realización de un nuevo arte nacional, y serán visitados asiduamente por Federico García Lorca y Rafael Alberti. De entre los escritores de la llamada generación del 98 Pío Baroja se valdrá del retrato narrativo de la Vallecas de la época para ilustrar lo insostenible de la situación social y moral del país reflejada en "el espectáculo de miseria y sordidez, de tristeza e incultura, que ofrecen las afueras de Madrid con sus rondas miserables, llenas de polvo en verano y de lodo en invierno". Los colores siniestros y melancólicos abundan en la descripción que de Madrid realiza en dos de sus obras, La busca y Mala hierba. En la primera pueden encontrarse pasajes que como el anterior hacen referencia a la ronda de Vallecas, situada "por encima de los altos y hondonadas del barrio de Pacífico". El hermano del autor, el pintor Ricardo Baroja, plasmaría esta realidad social en el aguafuerte "Mendigos del Puente de Vallecas". Mientras el pintor realista Ignacio Zuloaga se convertiría en el pintor de esta generación con una cuidada temática de denuncia nacional en obras como "El enano Gregorio el botero". En su historia de Vallecas Luis H. Castellanos y Carlos Colorado retratan la sociedad dual vallecana de principios de siglo, trasunto del proceso de modernización social y económico que vivía el país con un coste añadido de dualización social entre la nueva clase media y un proletariado miserable, recién llegado del campo, que malvivía en los arrabales de las ciudades. Aristócratas terratenientes (beneficiados por las desamortizaciones del XIX), comerciantes e industriales (en Vallecas se radican fábricas de loza, chocolate, ácidos, sillas, que caracterizan también al resto del extrarradio madrileño) por un lado, y una masa de jornaleros, obreros y pobres de solemnidad por otro que irán adquiriendo una progresiva combatividad social y política dentro de las organizaciones obreras de izquierda. Vallecas contaba a principios de siglo con juzgado municipal, la ermita de Nuestra Señora del Carmen, el teatro de la Sociedad Recreativa de Comercio, cuartel de la Guardia Civil y frontón. Vallecas era entonces el punto intermedio entre las canteras de yeso asentadas a lo largo de la carretera de Valencia y Madrid. Aumenta su población debido a la inmigración procedente de las zonas periféricas, de 3.124 en 1877 a 19.073 en 1910 (Madrid la había incrementado de 217.154 en 1857 a 576.538 en 1900), y cuenta con un nuevo mercado de abastos en la Plaza de Monte Rubio que sustituye al mercadillo ambulante que se montaba a lo largo de la calle Arroyo del Olivar. El crecimiento demográfico ha afectado a las zonas del Puente de Vallecas, Doña Carlota, la China y Meca, barrios embrionarios del futuro núcleo urbano de Puente de Vallecas. Asimismo cuenta con asistencia sanitaria, y abastecimiento de aguas, al menos desde 1923, año en que llegaría el metro como consecuencia de la prolongación de la línea 1 Sol-Cuatro Caminos primero hasta Atocha y luego hasta Puente de Vallecas. Entre 1922 y 1925 experimentará un nuevo desarrollo urbanístico en terrenos urbanizados por la Compañía Madrileña de Urbanización en Pacífico, la ladera del Cerro del Tío Felipe, Palomeras, Camino del Hormiguero y Pozo del Tío Raimundo. La Constructora Benéfica urbanizaría parte de Pacífico y Entrevías. Los dos cronistas nos proporcionan interesantes datos educativos. En 1888 se datan dos escuelas con sistema mixto en Vallecas Villa y dos más de sistema simultáneo en Nueva Numancia. En 1910 las escuelas de Vallecas Villa habrían pasado a ser seis, tres de niños y tres de niñas. Un profesor municipal enseñaba gratuitamente a los niños más pobres de Doña Carlota por carecer allí de escuela pública. En 1929 el Ayuntamiento de Vallecas convocó un concurso-oposición para cubrir una plaza de profesor de adultos. De entre las iniciativas privadas pueden nombrarse el colegio de señoritas "La Sagrada Familia", fundado por doña Dolores Humanes en la calle Arboleda de la Villa de Vallecas, que llegó a ofrecer clases para el ingreso en magisterio, y el "Instituto del Puente de Vallecas" en la calle Gerona, actual Cerro de Garabitas. En el se impartían clases de primaria a niños y niñas, bachillerato, preparación para carreras facultativas y especiales, preparación especializada para oposiciones de Hacienda, Telégrafos, Correos, Radiotelegrafía y Topógrafos, y de Secretarios Municipales. El Centro fue fundado por el maestro nacional Umbelina Martínez, el doctor en Derecho Manuel Moix y el miembro del Tribunal Supremo de Hacienda Antonio Zapata. La fractura social entre las clases populares y la clase media hace que sean los hijos de esta última los beneficiarios de la segunda enseñanza y lleguen a ser estudiantes becarios. Hasta la llegada de la administración republicana el maestro y director de una escuela privada Jesús Veiga era el profesor encargado de los alumnos becarios. Su escuela, que él reclamaba unida al proyecto de escuelas racionalistas, sería inspeccionada bajo la acusación de no cumplir el requisito de matriculación gratuita, lo que acabaría suponiendo la retirada de subvención pública municipal. Vallecas careció de biblioteca municipal hasta 1932, el mismo año en que tuvo su Escuela de Artes y Oficios. Al finalizar el periodo cronológico impuesto a este trabajo las subvenciones municipales previstas para el año 1931 dan constancia de algunos focos de educación popular existentes hasta la fecha: Hermanas Terciarias, Centro Obrero Católico, Benéfica Carloteña, Centro Instructivo de Obreros Republicanos, Hermanos del Niño Jesús de Praga. En los presupuestos municipales para 1932, elaborados por la administración de Amós Acero, se incluyen en esta partida a la Sociedad de Oficios Varios y Escuelas Racionalista, Sociedad de Entrevías, Jesús Veiga, Gaspar Palacios, Irene Domínguez y Sociedad de Vecinos de Erillas Altas.
CONCLUSIONES En el presente trabajo hemos pretendido ofrecer una visión de las iniciativas pioneras de la educación popular en Vallecas desde la triple perspectiva histórica, política y pedagógica. La referencia tanto a la realidad socioeducativa de Vallecas como al clima político e intelectual de la España de la época nos ha permitido enmarcar la realidad vallecana. Observamos que son numerosos los cruces de planteamientos socioeducativos e ideológicos en la España de principios del siglo XX vinculados a los distintos modelos educativos existentes. De este modo la guerra de ideas polarizó de tal manera a los hombres que querían movilizar la sociedad a través de la educación que en el plano práctico las consideraciones pedagógicas, con ser importantes, se vieron relegadas a un segundo plano por la política. En Vallecas salta a la vista la dualización social, una deficiente oferta pública escolar y el gran peso de la escuela religiosa que acapara la mayoría de las subvenciones públicas municipales. La situación educativa no era la más propicia para hacer de la escuela un lugar de libertad ni para servir como mecanismo social igualitario. Por último diremos que hemos pretendido dejar aquí una puerta abierta a futuras investigaciones que nos hagan comprender, basándonos en la historia más reciente, el desarrollo de un barrio que se ha hecho a sí mismo. Aún hoy en nuestro presente Vallecas padece importantes deficiencias en equipamientos educativos y un preocupante nivel de fracaso escolar. Pero esta es ya una realidad que corresponde analizar a otros.
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