Vallecas Todo Cultura> >Hemeroteca
 
Adiós  "Excelsior"

 
 
 
   

 

 

 

 

 

Adiós  "Excelsior"

(Revista Valle del Kas, nº 178, noviembre 2000)

Con el cierre del Excelsior desaparecen las salas tradicionales del barrio. El local se alquila para montar cualquier negocio.

Si usted dispone de 20 millones para hacer frente al traspaso y 2.300.000 pesetas mas para abonar el alquiler cada mes puede hacerse con el ultimo cine convencional del barrio, el Excelsior.

No en propiedad, obviamente, pero si para montar cualquier tipo de negocio. Con una superficie próxima a los 1.500 metros cuadrados, echó el cierre  poco antes del verano, colocando un cartel de cerrado por obras. Pero las obras no eran tales. Al poco tros rotulo anunciaba la disponibilidad del local.

Este popular cine enclavado en la Avenida de la Albufera se inauguró a mediados de la década de los 50 con un aforo de 1.300 localidades.

Debido a su emplazamiento y a su continua renovación fue el que mejor se defendió de la crisis motivada por la llegada del video y los cambios de hábitos de los madrileños.

En el 88 se quedó solo ante el peligro. Cerraron los otros cinco locales dedicados a la exhibición de películas. Una reforma lo convirtió en tres salas y a pesar de que el negocio no era muy boyante, siguió al pie del cañón hasta hace escasos meses.

La competencia le llegó en el 92 con la apertura de seis salas en el Centro Comercial  Albufera y hace un año se inauguraron nueve mas en el otro centro comercial, el Madrid Sur.

Seis, cinco, tres, dos, uno, cero. No se trata del lanzamiento del Discovery sino de la lenta agonía de los cines del barrio. En su día Vallecas llegó a contar con siete mil butacas repartidas en seis salas.

Solo en el París cabían mas de dos mil aficionados, 1.300 en el Excelsior, un millar en el Bristol

.Hoy ninguno de aquellos asientos está ya disponible para presenciar una película tras el cierre del Excelsior poco antes del verano pasado. De hecho la última función no fue tal. Se utilizó para rodar algunas escenas de "El otro barrio", el film de Salvador García estrenado recientemente

 El libro que sirve de base a la película reseña esta sala. Se dice textualmente "Comimos en casa de la Eche, como todos los doce de octubre, porque una de las Eche se llama Pili. Luego mi madre,  mi hermana Gloria y Pili se arreglaron para irse al Excelsior, que ponían "Los puentes de Madison". Bajaban por la avenida de la Albufera, sorteando a la gente que entraba y salía del cine".

 Elvira Lindo, la autora del texto, vivía en Moratalaz y con frecuencia venía a Vallecas. Ella ha comentado que en mas de una ocasión entró en esta sala de la Albufera.

 Eusebio Poncela y Arozamena

 Desde los más pequeños hasta los vallecanos entrados en edad, a poco que hayan sido aficionados al cine, se han sentado en sus butacas. En la memoria de cualquiera mayor de 40 años quedaran las largas colas en la Albufera.

 Eusebio Poncela, quien pasó su adolescencia en el barrio, comentaba a Valle del Kas, que él vio aquí sus primeras películas,  si bien prefería irse al centro porque entonces se hacían allí los primeros pases.

 Joaquín Arozamena también relató a la revista su estreno ante una pantalla viendo a Kim Novak en el Excelsior, una mujer que entonces causaba sensación. Es la memoria viva del séptimo arte en Vallecas.

 Ahora el local se encuentra disponible. El Ayuntamiento abrió la mano y permitió instalar cualquier negocio en las salas del cine y eso ha acelerado el cierre de alguna de ellas.

 El propietario de cine Goya, que terminó proyectando películas X sin demasiado éxito, se quejaba en su día de las trabas municipales para vender el terreno. Al final se lo vendió a una constructora y hoy se levanta ahí un edificio de viviendas. En esa época, finales de los años ochenta, ya se había quedado solo el Excelsior.

 Al cine por la calefacción

 Cuando cambiaron los hábitos de los españoles, la empresa propietaria acometió una reforma en profundidad introduciendo el sistema Dolby  primero y dividiendo el local en tres salas de 686, 260 y 150 butacas después, y el negocio siguió funcionando, si bien cada vez era menos rentable.

 Un directivo de la empresa propietaria aseguraba a Valle del Kas al poco de quedarse solos en el barrio: "Esto no es bueno para nosotros, yo siempre digo que es como los bares. Cuanto más haya mejor. Si la gente tiene opciones, pues selecciona, pero sino, coge y se va a la Gran Vía. Aquí hay gente los sábados y los domingos, pero el resto de la semana da para cubrir gastos nada mas"

 La crisis del cine - aseguraba ese mismo directivo medio en broma - comenzó con la llegada del seiscientos". Y ya mas en serio añadía "La gente antes no tenía televisión, no había coches y no existía otra diversión. Venía aquí a cobijarse. Aquí estaban calentitos en invierno y más o menos frescos en verano. Se metían a las cuatro de la tarde y salían a las diez de la noche. El caso mas claro es que más  del 60 por ciento de la gente que venia se enteraba en la cola de las películas que proyectaban.  Hoy eso no pasa. Quien va a ver una película primero se entera a ver cual es y si le interesa va y ve esa película, pocos ven la siguiente aunque sea programa doble"

Desde el año 55

En el archivo de la Villa se recoge que el 13 de junio de 1953, Don Fortunato Reyzabal solicitó la licencia para construir el cine en la entonces avenida del  Generalísimo del Puente de Vallecas.  El 10 de diciembre fue concedida esa licencia siendo su arquitecto Miguel Angel Luis Larrea.

 A lo largo de estos 45 años en sus pantallas se han proyectado centenares de películas, desde las que "estrenaban" dos años después de haberlo hecho en la Gran Vía a las que se pasaban aquí al tiempo que en los cines del centro.

 Ha  habido programas dobles, sesiones matinales, risas y aplausos, pataleos y silbidos, como en cualquier sala de la capital..

 Había quien pensaba que sería un buen lugar para estrenar en el Excelsior, "El otro barrio", rodada en buena parte en Vallecas. Pero cuando el film estaba en fase de montaje una empresa colocó el cartel de "local disponible" en su fachada mientras debajo de la cartelera otro  cartel anunciaba "cerrado por obras",  Las obras no son tales.

 Y nunca mas se encenderán los proyectores ni aparecerá el león de la Metro en la pantalla. Con su cierre desaparecen para siempre las salas tradicionales del barrio.

 Ahora se montara cualquier negocio en ese edificio, un inmueble de cerca de 1.500 metros cuadrados de superficie repartidos entre el sótano, la planta baja, la entreplanta y el primer piso. Veinte millones piden por su traspaso y 2,300.000 pesetas al mes de alquiler.

 Antes cerraron otros

 El Bristol y el París abandonaron la proyección de películas a finales de 1988. Entonces pertenecían ambos a la empresa Reyzabal junto a otras 19 salas de Madrid y nueve discotecas. Llevaban unos ejercicios desastrosos.

CINE PARISAmbos lucieron el cartel de alquiler en sus fachadas. El París, con sus casi dos mil localidades encontró pronto un "novio", y desde entonces varias parejas han celebrado ahí sus banquetes nupciales.

En una de las fachadas se anunciaba la inminente apertura de nuevas salas. Entonces las normativas urbanísticas eran muy restrictivas y no permitían abrir cualquier negocio en estos inmuebles. Con esa artimaña inauguraron los salones de boda y de los cines nunca mas se supo.

En cambio el Bristol, próximo a la M-30, con una aforo de 1102 butacas, aun sigue sin comprador.

A su vez el Cine San Diego, pasó por algunas etapas con ideas brillantes antes de su cierre definitivo. En el 85 la propiedad planificó un sistema para relanzarlo convirtiéndolo en un  club de video y cine. Tampoco tuvo éxito. Primero hubo una discoteca y luego se ensayaron bailes de salón.

 Hoy hay salones de bodas y bingo en la parte de arriba. La maquina de proyección se apagó también en esta sala cuya licencia fue solicitada por Ramón Gusano Herrero (y otros) el 14 de julio de 1955, inaugurándose el 21 de octubre de ese año.  Su arquitecto fue Ambrosio Arroyo Alonso.

Once días mas tarde de su inauguración solicitó la licencia de apertura de su ambigú, tal como se recoge en "El cinematógrafo en Madrid".

Por último, el Rio, perteneciente cuando terminó su actividad cinematográfica a la Sociedad Ibérica, cerró a finales de la década de los ochenta. Durante un tiempo en el local ensayó la Compañía de Teatro Clásico Nacional y hoy en su planta baja funciona una sala con espectáculos eróticos.

Otras salas han venido a ocupar el hueco dejado por los cines tradicionales. Todas ellas explotadas por la misma empresa, Yelmo Cineplex. En total hay unas quince salas con un aforo entre todas poco mayor que el antiguo cine París.

En las seis salas del centro Comercial Albufera caben unos 1200 espectadores  y en las nueve del Centro comercial Madrid Sur, algunos más.

Películas porno en el desaparecido Cine Goya

CINE GOYAEn el año 84 los  tres hermanos propietarios del cine Goya, situado en la calle Monte Igueldo,  a espaldas de la avenida de la Albufera, dieron un vuelco al negocio familiar y tras reducir a 200 las 800 localidades de la sala reinauguraron con películas clasificadas X.

"El fontanero, su mujer y otras cosas de meter" o "Secretaria para todo" fueron algunos de los filmes seleccionados.

 Pero el boom de este tipo de negocios duró seis meses  o a lo sumo un año. Las entradas eran mas caras y exigían una serie de requisitos que hacían inviable económicamente el asunto. Hoy apenas quedan cuatro o cinco en todo Madrid. Las pérdidas se fueron acumulando y en el año 87 decidieron echar el cierre.

 Previamente habían tanteado la posibilidad de vender el inmueble pero no apareció ningún comprador solvente.

"Hubo muchos intentos de compra por parte de gente joven para hacer teatro, pero ni una peseta. Decían que una vez puesto en marcha tendrían subvenciones e irían pagando. Cosas de esas, pero no había dinero" explicaba uno de los hermanos a Valle del Kas en el año 89.  Y continuaba.

 " No hemos puesto ningún anuncio de venta porque antes tenemos que saber que se puede hacer ahí para contárselo al posible comprador.  Por eso estamos tratando con un arquitecto y con los técnicos para ver a qué se puede destinar ya que según la ley por lo visto habría que conservar cien localidades como cine, y el resto dedicarlo a actividades relacionadas con el ocio y la cultura.

 El edificio se encontraba en muy mal estado y se fue deteriorando con el paso de los años. Con el nuevo reglamento se pudo derribar y construir viviendas en el solar.

 La prehistoria del cine en Vallecas

Este cine fue inaugurado el 7 de marzo de 1923 con el programa doble "La ciudad sagrada" y "La dama de la flor".

 "En ella toman parte conocidas aristócratas sevillanas " - escribía el ABC en su edición del ocho de marzo de ese año. En su tiempo también acogió importantes estrenos teatrales. Era el de mas postín de su época.

 Emeterio Diez, estudioso de la historia del cine, ha publicado recientemente un libro sobre el movimiento obrero en la industria cinematográfica. Según ese informe, n el ejercicio de 1937, el Goya tuvo un superávit de 52.915 pesetas, cifra nada desdeñable teniendo en cuenta el precio de las entradas: una eseta.  Un obrero ganaba ochenta céntimos a la hora. El cine Argüelles perdió en ese año la friolera de 25.564 pesetas.

 Antes del Goya hubo dos cines mas en el barrio. El Heraldo de Madrid, con fecha 20 de mayo de 1908, da cuenta de la apertura de un barracón cinematográfico llamado  el "Salón del Recreo".

 Ocupaba toda una manzana entre la avenida de la Albufera y Sierra de Javalambre. Si se quería presenciar una película en otro cine era necesario desplazarse hasta mas allá de Atocha, hasta el Retiro.

 La entrada costaba cincuenta céntimos y fue un buen negocio para la familia Jimeno hasta su cierre en los años 30.

 En el ejercicio citado de 1937 ya con el nombre de cine Jimeno, ganó 15.738 pesetas. Por su parte el cine Frutos gano en ese año 23.883 pesetas.  Hoy solo quedan en la memoria de los más mayores.

RECUERDOS DE CINE

(Revista Valle del Kas  nº 180  Enero 2001)

CARLOS CABAÑASCarlos Cabañas regentó durante muchos años una librería en la calle Monte Igueldo, y siempre ha estado atento a los aconteceres del barrio, donde ha pasado toda su vida.

En cuanto leyó con mucho trabajo, ya que la vista no le acompañe, el reportaje sobre el cierre del Excelsior, quiso recordar algunos momentos de esta sala.

Según su memoria, que no suele fallarle, el primer film de gran éxito proyectado en el local fue "Lilí", con Maurice Chavelier y Leslie Carol.  "Fue tal el numero de espectadores que normalmente las películas permanecían en cartel una semana y esta estuvo tres, siempre lleno el cine".

Otro film de gran resonancia fue "Quo Vadis". "Y aquí además de sacar la entrada normal te daban un vale aparte de tal forma que pagabas lo mismo por tu entrada pero era mas cara porque tenias que pagar el vale. Decían que había costado mucho hacer la película y era mas caro el alquiler".

 El cartel de "Teodora, emperatriz de Bizancio" sembró el desconcierto entre los adolescentes de la época, unos años en que ver una rodilla al descubierto ya era todo un hito. El cartel anunciador, similar a los que se siguen colocando en algunos cines de la Gran Vía. Representaba a la protagonista tumbada con un bañador verde.  "Los chavales nos quedábamos embobados mirándola. Pero era mucho para la censura y al día siguiente aparecía la misma actriz completamente vestida, eso sí, de verde", señala.

Cabañas se extiende en multitud de anécdotas sobre este cine levantado sobre los escombros del "Parador del Carmen", una venta donde paraban los agricultores con sus carros, los transportistas del vino y quienes traían víveres a Madrid.

En cuanto al cine olvidado, el Numancia, Cabañas ofrece algunos datos. "Yo ya lo conocí en los años cuarenta y estaba en la calle enfrente del bingo, donde hoy hay un taller de coches, y ahí tuvo mucho éxito "El libro de la Selva".

Además de cine se celebraban en la sala combates de boxeo, lucha libre y había teatro y varietés. Recuerdo que el pobre Tomás de Antequera que no veía el hombre, sabía cuando estaba cerca del micrófono al oír los crótalos con que se acompañaba, pero una vez calculó mal y se cayó al foso con los músicos".

Pared por medio en la calla que cruza había también una sala de fiestas que se llamaba igual, Numancia", concluye.