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EL AMANECER DE LAS BIBLIOTECAS  COMO BIEN PÚBLICO: EL CASO DE VALLECAS.

Inocencia Soria

SERVICIO A LOS LECTORES Y PRÉSTAMO

  
      Los datos estadísticos de lectores en 1934 muestran que en total se atendieron en sala de lectura 22.559 usuarios, de los cuales 10.529 eran varones menores de 14 años; 4.608 eran mujeres menores de 14 años; 6.972 eran varones mayores de 14 años y tan sólo  450 mujeres mayores de 14.

 

     En total se sirvieron en la sala de lectura un total de 27.304 obras. Con respecto al servicio de préstamo a domicilio: a fines de diciembre de 1934 el número de carnets ascendía a 107 y el número de operaciones de préstamo a 883.

     La segunda Memoria referida al año 1935 refleja un crecimiento notorio en cuanto a la asistencia de público. El número de lectores había ascendido de 22.559 a 23.567, el número de consultas de 27.304 a 28.237, el total de carnés había pasado de 107 a 281 y las operaciones de préstamos de 883 a 2640.

     Los préstamos aparecen reflejados en Libro del Servicio de Préstamo de la biblioteca. En él se anotaban por un lado el número de orden, mes, día, apellidos, nombre del lector, nº de carnet, sexo, autor, titulo; por otro, las fechas de devoluciones.

     Como en el resto de las bibliotecas públicas municipales el préstamo era gratuito, de un solo volumen durante 15 días; pero para tener acceso a este servicio los lectores debían presentar los informes pertinentes o un fiador. En caso de deterioro o pérdida debían abonar el importe.

 

    En cada volumen para el préstamo a domicilio se incluía una octavilla que era común a todas las bibliotecas procedentes de la JIAL, con instrucciones sobre cómo cuidar las obras tales como: forrar los libros, evitar doblar las tapas y hojas, no escribir en los márgenes ni subrayar, lavarse las manos antes de ponerse a leer, no volver las hojas de los libros con el dedo mojado en saliva, etc.

    En cuanto a los catálogos, la Memoria señala que no existía catálogo de autores pero sí un catálogo de materias organizado según la Clasificación Decimal Universal que se sigue empleando hoy en la mayor parte de las bibliotecas, con guías y suplementos aclaratorios de su contenido. Según recalca el director Felipe Mateu y Llopis, este catálogo era manejado con mucha facilidad por los lectores.

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