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APUNTES SOBRE LA HISTORIA DEL TAJAMAR

Trabajo aportado por
Marina García Cardiel
a partir de notas autobiográficas de Lázaro Linares,
uno de los primeros colaboradores del Centro
(Enero 2010)

Después de la inmensa labor iniciada por La Ciudad de los Muchachos, institución pionera en dar a los niños y jóvenes de las clases sociales más humildes la oportunidad de aprender un oficio, en 1958 llegó a Vallecas el colegio Tajamar.

Este centro, en realidad, nació como un Club Deportivo y Cultural gestionado por miembros del Opus Dei que contaban con el beneplácito y la dirección espiritual de  Jose Mª Escrivá de Balaguer, fundador del mismo.

Tajamar buscó no sólo educar a los alumnos para su futuro laboral con talleres y cursos de formación profesional, sino inculcar una visión cristiana de la vida. Su objetivo era ofrecer una educación de calidad a familias con escasos recursos.

Hasta la aparición de este centro, los chicos de Vallecas tenían que salir del barrio para estudiar bachillerato, “ir a Madrid”, como se decía en esa época para referirse al centro de la capital, como si de otra ciudad se tratase. 

Todo comenzó en un edificio situado en la calle Eduardo Requena, nº 19, del Puente de Vallecas. Aunque había comenzado como Club Deportivo, el hecho de que la mayoría de los chicos del barrio estuvieran sin escolarizar hizo concebir la idea de crear un instituto.

Así que primero llegó el fútbol y, más tarde, la educación académica. El primer curso se inauguró el 13 de Febrero de 1958 con una misa en la iglesia de San Ramón Nonato de Vallecas y un desayuno en el bar Los Faroles: 58 niños de 10 a 12 años, más 18 aprendices en las clases nocturnas, formarían el alumnado.

El nombre del centro se le ocurrió a Pedro Zarandona, que en sus tiempos había sido marino. El tajamar es una pieza de la proa de los barcos que corta el agua y facilita el camino a la nave, lo cual les pareció a todos de un enorme simbolismo sobre el espíritu que animaba aquella empresa; en el escudo aparecía también una gaviota.

Estos son algunos de los miembros de ese grupo de seminaristas, curas y profesores que trabajaron en el centro: Paco Navarro, Rafaél Poveda y Paco Uceda fueron de los primeros en llegar; a mediados de los años cincuenta se les irían uniendo Antonio Mamblona, Pepe Navas, Ramón Bertrand, Florentino Matías, Enrique Estéban, Manolo Plaza (que era perito mercantil y ejerció de administrador y secretario de ese primer Tajamar), Lázaro Linares, Bernardino Cuesta, Pepe Guallart, Juan Soria, Juan Marco o Guillermo García Somozas.

Jerónimo Padilla, que era abogado de profesión, ejerció de profesor durante el primer curso impartido y luego fue el director de la escuela unos años, con Pelegrín Muñoz como Gerente.

El viejo portero se llamaba Julián Galán, aunque todos le conocían como Tío Julián, casi una institución en Tajamar y, según cuentan, con mucha historia a sus espaldas, siempre sentado en la entrada en su silla de enea y con un cigarrillo en la boca.

A finales de 1958, y dado que el número de alumnos crecía espectacularmente, se presentó la necesidad de ampliar las instalaciones. Se encontraron unos terrenos situados en el Cerro del Tío Pío donde se decidió comenzar a edificar el nuevo Tajamar.

Mientras duraban las obras se necesitaba urgentemente un lugar que albergase a esos nuevos alumnos. Fue entonces cuando se compró una antigua casona llamada “El Fontarrón”, ubicada muy cerca del Cerro.

En realidad, la casa había sido una antigua vaquería y se encontraba rodeada de un inmenso y desolado barrizal. Con algunas remodelaciones hechas a toda prisa, las dependencias de la vaquería se utilizaron como  aulas. Las nuevas instalaciones se terminaron en 1961, aunque el centro no se inauguró hasta 1962; este sería su emplazamiento definitivo.

Por entonces, Bernardo Perea, catedrático de griego,  ya era director del centro, que constaba de cuatro pabellones, biblioteca, laboratorio y talleres de carpintería, mecánica y electrónica. Más tarde se construirían nuevos pabellones y se impartirían otros cursos de formación profesional, además de Educación Primaria y Secundaria.

El barrizal que rodeaba Tajamar continuó siendo un auténtico problema hasta principios de los años 70, dificultando mucho el acceso a la escuela, principalmente, a los alumnos que llegaban desde el cercano y moderno barrio de Moratalaz.

En ese inmenso mar de barro muchos perdieron algún que otro zapato e incluso hubo un profesor al que se le cayó en él la dentadura postiza que nunca pudo ser recuperada. Así que, normalmente, se optaba por ir en chanclas y llevar los zapatos en la mano hasta llegar al centro.

Desde sus inicios, Tajamar dio también mucha importancia al deporte, algo que ha continuado haciendo hasta el presente, pues su filosofía era que el ejercicio físico y la disciplina deportiva contribuían beneficiosamente a la educación de los jóvenes.

En 1967 el colegio recibió por primera vez la visita de Escrivá de Balaguer (en la foto de la derecha).

La visita del poderoso fundador del Opus sirvió para dar publicidad a la escuela gracias a la enorme cobertura periodística que tuvo el acontecimiento.

Para entonces, la labor que desarrollaba Tajamar ya recibía muchos elogios, tanto de empresas que contrataban a antiguos alumnos como de otras entidades sociales y laborales que les felicitaban por su “revolucionario método de enseñanza”. La prensa se hizo eco a menudo de sus logros académicos y deportivos.

En la actualidad, Tajamar es un centro educativo concertado, gestionado aún por el Opus Dei, que imparte Educación Primaria, Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, y los alumnos, en su mayoría, siguen procediendo de familias de condición social y económica modesta.